domingo, 21 de septiembre de 2014







                                               LA POLÍTICA DEL CHICLE



Habrá quien no sepa en qué consiste esta forma de practicar la política. Si es tu caso, sigue leyendo y verás que vamos a explicarlo con varios ejemplos.
Esta manera de hacer política suelen practicarla bandos o grupos que detentan el poder político y se valen de quien haga falta para mantenerse como sea en el poder. En el caso Saharaui, podemos hablar de un clan basado primero en el tribalismo, después en el regionalismo y, últimamente, a través de un giro peligroso, se ha constituido en un bando que se mueve por intereses económicos. El tribalismo sigue presente en el reparto de nominaciones y responsabilidades allí donde se pueden generar beneficios, procedan estos de donde procedan.
¿Y qué pasa si son dos bandos los que aspiran a los frutos? En este caso, se miden las fuerzas, y si estas son iguales, hay que rehuir el choque y llegar a un acuerdo, no vaya a ser que se ponga en riesgo lo construido ilegalmente durante años a costa de los pobres refugiados. La manera de actuar en estas situaciones
es preparar a uno de los suyos mediante un previo aprendizaje y situarlo junto a una persona capacitada y dedicada a su trabajo para la causa nacional. Como no quieren que esta persona conozca sus conspiraciones, o bien no están seguros de que vayan a sumarse a ellos cuando se repartan los beneficios, la marginan, la atacan, la obstaculizan y la provocan retirándole poco a poco los privilegios que le habían dado (coche, poder, influencia sobre el personal, etc.), hasta humillarla con deshonores, o cambiándola de misión, o encomendándole un puesto en el que se sienta incomodo e al final  incapacitado.

Inicialmente, esa persona soporta las irregularidades apoyado en sus propias fuerzas. Llega el momento en el que se cansa y busca apoyo en su familia y amigos. Es entonces cuando se da cuenta de que no encuentra más que palabras, de que nadie lo ayuda. La razón es que algunos de sus allegados han sido comprados para que lo abandonen. Otros no lo ayudan porque temen ser fichados. Al que fue utilizado solo le queda su voluntad, su fuerza mental, para tomar una decisión que le pueda permitir sobrevivir a la marginación, sin caer en el suicidio o en la entrega al enemigo. También luchará por no quedarse en los campamentos viendo que el fruto de su trabajo se esfuma, o lo aprovecha alguien que nunca se ha preocupado por impulsar el bienestar de la revolución, y cuyo único mérito es ser familiar o socio de un dirigente.
Es una manera cruel de hacer política. Se basa en chupar las fuerzas, habilidades, experiencia e inteligencia de una persona hasta la consumación. En ese momento se lo sustituye por alguien favorable a los intereses de los poderosos. El humillado fue irreemplazable mientras les servía, pero solo mientras les servía. Lo dicho es aplicable a los estados poderosos, que apoyan a dictadores mientras sean beneficiosos para sus intereses y que son arrojados al basurero cuando encuentran algo mejor.
El Bachir Mustafá Sayed, figura importante para todos los Saharauis, fue una de las víctimas pioneras de ese modo de hacer política. A pesar de su demostrada inteligencia, no se dio cuenta de que acabaría siendo un perdedor. Lo utilizaron como el arma para destruir a su familia, Ehel Sahel y, en especial, Ergueib el Kaf. Siendo en su tiempo el primer hombre del Polisario, lo metieron sin que se diera cuenta en la boca del lobo, haciendo de él el principal ejecutor de la “chebeka de Ulad Musa” (1982), columna vertebral de su familia, dejando, así, el camino libre para el “grupo de la política del chicle”,  como los “salvadores” que iban a tomar las riendas del poder, los que aún se consideran omnipotentes para hacer lo que se les antoje.
Después, El Bachir no se fijó  que de nuevo lo empujaron en la revuelta de 1988 contra las demás tribus de Ehel Sahel (Ulad Dleim, Izerguyin, Eit Lehsen, Ulad Tidrarín, Laarusiyin etc.). Y, sin percatarse, se quedó solo, aislado, quemado. Pero no se doblegó ni se arrodilló. Le quitaron a su familia, su autoridad, los pocos amigos que le quedaban y que fueron indispuestos con él. Le retiraron de la MINURSO y el cargo de mediador de la ONU con Marruecos, lo enfrentaron a su mejor amigo, Mhamed Jadad. A pesar de que nadie lo igualaba en cuanto a la rapidez de análisis  político de la realidad saharaui y pueblos vecinos, lo expulsaron del mundo de la política, no sin antes intentar destrozarlo, situándolo bajo el mando de sus peores adversarios, como el primer ministro Abdel Kader.
Y he contado solo algunos de los obstáculos que yo viví, aplicados también a El Bachir, al que cerraron todas las vías, como hicieron con Eyub y con tantos otros. Se trata de hacer caer en una trampa al humillado, de hacer ver que ha traicionado la causa a la que se entregó totalmente. Lo importante es que los poderosos tengan el paso despejado para poder aplicar sus políticas de explotación de la ciudadanía, de irregularidades, de injusticias orquestadas para sacar adelante sus propios intereses.
      No satisfechos, lo empujaron a manchar un nombre prestigioso,  un nombre que pesa (es hermano del Mártir El Uali Mustafá Sayed), un nombre símbolo de la revolución y de la unión nacional para todos los Saharauis.
El Bachir, como tantos de nosotros, fue masticado mientras tenía sabor. Cuando ya no les sabía a nada, se limitaron a escupirlo. Y también depende de dónde te escupan: sobre la arena, sobre la piedra o sobre el agua. Hamdulilah que no te toque la arena, porque lahi tetmermed ya no valdrás para nada.
Creemos que el ejemplo narrado ha sido suficiente para explicar en qué consiste la política del chicle no solamente en el Sahara sino en todo el mundo.
Acabamos recordando que ahora más que nunca se necesita reforzar los lazos de la unión nacional, ya que estamos en la cercanía del final de nuestro largo y duro recorrido. Hemos franqueado los peores obstáculos, y es triste ver que cada día surgen en nuestro seno injusticias sociales y tribales, cometidas en los campamentos, y que parecen ser hechas intencionadamente para impedirnos llegar a nuestra meta final: la independencia, el retorno a nuestra patria libre, sentirnos contentos con lo que se ha construido con nuestra sangre y la de nuestros hermanos muertos (mártires) por la causa. Se diría que algunos no desean ese retorno porque temen que se acaben sus sucios negocios, las estafas de limosna proporcionada por los amigos del pueblo saharaui.
Pedimos otra vez que se oiga la voz de la razón, para que pueda mantenerse el rumbo de nuestra frágil embarcación. Y aún reclamamos más: que se solicite el perdón de todos los que han sido injustamente atacados, para, así, reforzar la unión nacional y olvidar nuestros enfrentamientos, con el fin de asegurar la vuelta de nuestro pueblo a su patria libre e independiente.
Nos consideramos las primeras víctimas de esa política del chicle, por lo que tenemos derecho a solicitar que se nos pida perdón en público, como en público se nos hizo tragar nuestra falsa traición. Que ese grupo que parecen de malhechores que nos dirige deje de fragmentar a su pueblo digno e inocente, llama de esperanza siempre encendida.
                                                                           Toda la patria o el martirio

SAHARAUIS INDIGNADOS
                                                                                 zemur7@gmail.com









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