martes, 28 de mayo de 2013

que queda de la igualdad...?


Asociacion “Saharauis Indignados”

QUÉ QUEDA DE LA IGUALDAD Y DE LA UNIÓN.
                La historia del pueblo saharaui ha sido siempre el reflejo de la ejemplaridad y la honradez de cada miembro de su sociedad. El mejor ejemplo lo hemos visto en nuestro mártir  El Uali Mustafa Sayed, líder de nuestra humilde revolución, que nos dejó un modelo intachable y las ideas nítidas  de  un dirigente modélico.  Siempre mostró un  comportamiento claro y una gestión transparente, adecuada y firme. Sus ideas supusieron un avance estratégico fiable, seguro y continuo en todos los dominios : social, militar, diplomático, económico, educativo, etc…  Creyó con convicción absoluta en la participación  igualitaria de todos. Supo aprovechar todos los recursos, humanos y económicos, de forma equitativa, basándose en  una filosofía democráticamente participativa. Su proceder estuvo exento de cualquier deshonestidad, de críticas tribales  y, por supuesto, de toda sospecha de corrupción o de oportunismo.
                Somos conscientes  de la importancia de mantener el mismo rumbo, aunque  haya de ser más lento, para ser fiable y seguro. Un rumbo que nos llevará a una independencia total , alcanzada desde la moralidad de la que fueron ejemplo nuestros mártires  y nuestros heridos, caracterizada por esos bellísimos principios que nos llevaron a la reputación  de la que siempre ha disfrutado el pueblo saharaui. Debemos considerar que es por ahí por donde corre la única vía para salvaguardar la herencia de quienes nos precedieron, y, especialmente, de quienes nos precedieron en la lucha por la liberación de nuestro territorio íntegro. Nuestra liberación precisa de consolidar nuestra unión nacional, para dar continuidad  a una historia llena  de orgullo, de hazañas y éxitos bélicos, aunque debemos saber que el camino es largo y dificultoso,  lleno de obstáculos (fraccionamiento, fraude, corrupción, desigualdad, deshonestidad, traición, engaños,  etc.).
                Debemos actuar desde la convicción de que alcanzaremos los fines de nuestro proyecto nacional mediante  la equidad para quienes participen en su desarrollo, sin dejar a nadie en el  olvido, en la marginación, o en la exclusión. Hay que saber gestionar los recursos humanos concediendo a cada uno su merecido, sea quien sea, sin discriminaciones tribales, sin rencores, sin envidias, sino con igualdad  y transparencia,  y basándose en los principios del F.Polisario. Hay que tener presentes a los que cayeron en los combates (y a sus hijos)  y a los heridos (y a sus hijos) que malviven sin medios. Hay que darles  la oportunidad de sentirse orgullosos por haber contribuido al bien de su patria y de su pueblo, y por haber participado en la construcción de una sociedad más justa y equitativa que garantice los derechos de todos. No es justo limitarse a acomodar a los que te aplauden, te halagan y te empujan a lucrarte a costa de los que ofrecieron  lo más caro y precioso: su sangre. Por el contrario, es preciso saber elegir a los que te acompañan en la gestión de lo público. Porque lo público es de todos, no solo de quienes han sido escogidos por razones tribales para ocupar cargos, sin ningún nivel, sin haber aportado nada al pueblo. Un gobernante, en cuyas manos puso su destino la sociedad, no puede olvidar a esta. Cuando nuestro pueblo elige a unos gobernantes, lo hace para llevar adelante esta revolución única y ejemplar, no para que gocen injusta e ilegalmente de sus puestos de manera autoritaria y aprovechada.
                Y esos gobernantes sois vosotros, que, arrebatando nuestros derechos, ponéis en peligro la unión nacional. Abrid los ojos, por favor. No es el momento de fraccionarnos, ni de envidiarnos, ni de acusarnos, cuando la meta (la independencia) se ve cerca.  Ahora es el momento en el que más necesaria es la unión. Y no puede haber unión si no hay justicia para todos. Es el tiempo de dejar de fragmentar (tribalmente  y regionalmente), de ahogar, de difamar. Es el tiempo de abandonar la lacra de la ambición y el anhelo de enriquecimiento a costa de los demás (ya tenéis  bastante). Es, en fin, el tiempo de reflexionar  y fomentar nuestra unión, la de todos. Hay que aceptar, aprobar y animar los méritos de cada cual. Hay que buscar la integración de todos. Hay que establecer y aceptar el aprecio y la estima, el respeto mutuo,  el amor y la consideración entre todos. Hay que conceder y obsequiar a los que sufrieron de verdad (familias de mártires y de heridos, desfavorecidos y  marginados).
                Espero que esto sea una base para la reconciliación, para la reflexión, para el alivio y la tolerancia. Confiamos  en arrinconar los rencores y todas otras formas de fragmentación. Queremos llegar a un acuerdo de transformación radical, para recuperar los antiguos horizontes  lucientes, ahora olvidados, y que son nuestros principios, los que nos aportaron triunfos y éxitos de los que estamos disfrutando hasta ahora. No los malgastéis  por vuestro afán y ambición, indignos de un saharaui humilde y honrado. Que vuestra conducta no propicie situaciones de ruptura lamentable y dolorosa. Volved a la simplicidad,  a la ejemplaridad y la igualdad entre todos, para garantizar nuestra única esperanza que no es otra más que la unidad nacional, garante de nuestro futuro.    
            

                                                                                              Mulay  Fely

                                                                                                                              23 Marzo 2013

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