Asociacion
“Saharauis Indignados”
QUÉ QUEDA DE LA IGUALDAD Y DE LA UNIÓN.
La
historia del pueblo saharaui ha sido siempre el reflejo de la ejemplaridad y la
honradez de cada miembro de su sociedad. El mejor ejemplo lo hemos visto en
nuestro mártir El Uali Mustafa
Sayed, líder de nuestra humilde revolución, que nos dejó un modelo
intachable y las ideas nítidas de un dirigente modélico. Siempre mostró un comportamiento claro y una gestión transparente,
adecuada y firme. Sus ideas supusieron un avance estratégico fiable, seguro y
continuo en todos los dominios : social, militar, diplomático, económico,
educativo, etc… Creyó con convicción
absoluta en la participación igualitaria
de todos. Supo aprovechar todos los recursos, humanos y económicos, de forma
equitativa, basándose en una filosofía democráticamente
participativa. Su proceder estuvo exento de cualquier deshonestidad, de críticas
tribales y, por supuesto, de toda
sospecha de corrupción o de oportunismo.
Somos
conscientes de la importancia de mantener
el mismo rumbo, aunque haya de ser más lento,
para ser fiable y seguro. Un rumbo que nos llevará a una independencia total ,
alcanzada desde la moralidad de la que fueron ejemplo nuestros mártires y nuestros heridos, caracterizada por esos
bellísimos principios que nos llevaron a la reputación de la que siempre ha disfrutado el pueblo
saharaui. Debemos considerar que es por ahí por donde corre la única vía para
salvaguardar la herencia de quienes nos precedieron, y, especialmente, de
quienes nos precedieron en la lucha por la liberación de nuestro territorio
íntegro. Nuestra liberación precisa de consolidar nuestra unión nacional, para
dar continuidad a una historia llena de orgullo, de hazañas y éxitos bélicos,
aunque debemos saber que el camino es largo y dificultoso, lleno de obstáculos (fraccionamiento, fraude,
corrupción, desigualdad, deshonestidad, traición, engaños, etc.).
Debemos
actuar desde la convicción de que alcanzaremos los fines de nuestro proyecto
nacional mediante la equidad para
quienes participen en su desarrollo, sin dejar a nadie en el olvido, en la marginación, o en la exclusión.
Hay que saber gestionar los recursos humanos concediendo a cada uno su merecido,
sea quien sea, sin discriminaciones tribales, sin rencores, sin envidias, sino
con igualdad y transparencia, y basándose en los principios del F.Polisario.
Hay que tener presentes a los que cayeron en los combates (y a sus hijos) y a los heridos (y a sus hijos) que malviven
sin medios. Hay que darles la oportunidad
de sentirse orgullosos por haber contribuido al bien de su patria y de su
pueblo, y por haber participado en la construcción de una sociedad más justa y
equitativa que garantice los derechos de todos. No es justo limitarse a acomodar
a los que te aplauden, te halagan y te empujan a lucrarte a costa de los que
ofrecieron lo más caro y precioso: su
sangre. Por el contrario, es preciso saber elegir a los que te acompañan en la gestión
de lo público. Porque lo público es de todos, no solo de quienes han sido
escogidos por razones tribales para ocupar cargos, sin ningún nivel, sin haber
aportado nada al pueblo. Un gobernante, en cuyas manos puso su destino la
sociedad, no puede olvidar a esta. Cuando nuestro pueblo elige a unos
gobernantes, lo hace para llevar adelante esta revolución única y ejemplar, no
para que gocen injusta e ilegalmente de sus puestos de manera autoritaria y
aprovechada.
Y
esos gobernantes sois vosotros, que, arrebatando nuestros derechos, ponéis en
peligro la unión nacional. Abrid los ojos, por favor. No es el momento de
fraccionarnos, ni de envidiarnos, ni de acusarnos, cuando la meta (la
independencia) se ve cerca. Ahora es el
momento en el que más necesaria es la unión. Y no puede haber unión si no hay
justicia para todos. Es el tiempo de dejar de fragmentar (tribalmente y regionalmente), de ahogar, de difamar. Es
el tiempo de abandonar la lacra de la ambición y el anhelo de enriquecimiento a
costa de los demás (ya tenéis bastante).
Es, en fin, el tiempo de reflexionar y fomentar
nuestra unión, la de todos. Hay que aceptar, aprobar y animar los méritos de
cada cual. Hay que buscar la integración de todos. Hay que establecer y aceptar
el aprecio y la estima, el respeto mutuo,
el amor y la consideración entre todos. Hay que conceder y obsequiar a los
que sufrieron de verdad (familias de mártires y de heridos, desfavorecidos
y marginados).
Espero
que esto sea una base para la reconciliación, para la reflexión, para el alivio
y la tolerancia. Confiamos en arrinconar
los rencores y todas otras formas de fragmentación. Queremos llegar a un
acuerdo de transformación radical, para recuperar los antiguos horizontes lucientes, ahora olvidados, y que son nuestros
principios, los que nos aportaron triunfos y éxitos de los que estamos
disfrutando hasta ahora. No los malgastéis
por vuestro afán y ambición, indignos de un saharaui humilde y honrado.
Que vuestra conducta no propicie situaciones de ruptura lamentable y dolorosa.
Volved a la simplicidad, a la
ejemplaridad y la igualdad entre todos, para garantizar nuestra única esperanza
que no es otra más que la unidad nacional, garante de nuestro futuro.
Mulay Fely
23 Marzo 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario